Alimentar antes de Encantar

Cuando veo personas de vestido y corbata suelo asociarlas con un tipo de vida comprometida con los demás, personas que pasan su vida obrando para enriquecer a otros, pero más allá de eso, esas personas son la ventana que obliga a un cocinero a compararse con otros, ingenieros, celadores, arquitectos, abogados o contadores,  son personas dedicadas a regirse bajos normas y parámetros estandarizados y su único deber es cumplir con esas tareas.

Pero ser escritor,  maestro, médico y  cocinero son oficios que van más allá de un simple quehacer, el maestro se enriquece de sabiduría pero jamás aprende cómo el enseñar es de su esencia saber  transmitir el conocimiento, tal como un cocinero hierve teorías, hornea técnicas, agita recetas y silencia secretos para al final simplemente macerar lo necesario para tridimensionar una receta.



No he tenido una semana singular, aunque si me tomé el trabajo  de preguntarle a distintas personas "cuál es la tarea o responsabilidad de un cocinero?" donde me encontré con una inesperada deducción, las personas coinciden en la errónea idea de pensar que la misión de un cocinero en el mundo es "hacer un bonito plato" o "dar de comer". Veo una vida ilógica en una persona que se levanta cada mañana, va a un colegio de cocina recibe infinitos conocimientos y se llena cada día del privilegio del buen vivir que tenemos los cocineros en el dia a dia, para mañana salir al mundo a "hacer un bonito plato" es sin sentido, bastardo, vació, y poco inteligente. Un bonito plato lo puede hacer cualquier persona tal como pasó en la argentina donde reclusos y ladrones eran cocineros esclavos quienes daban de comer a las personas en los mejores restaurantes.

Los cocineros del siglo XXI no son operarios son dirigentes como cultivos de cultura en la sociedad los tubérculos que convierte agua en robustos potajes, quienes nadamos en turbios fondos ebullendo pero a la vez poco a poco los vamos haciendo más densos, la estética de un plato, la técnica con la que prepare y la búsqueda del sabor ideal son esenciales pero no debemos olvidar que antes que nada nuestra misión para el mundo como cocineros es ALIMENTAR.